¿Qué es la fobia a los ascensores y cómo superarla?

 

El temor a sentirnos encerrados en un espacio pequeño, puede aparecer en cualquier momento de nuestra vida. Sin embargo, en algunos casos extremos, resulta exagerado y nos impide desarrollar normalmente el día día, por lo que se puede convertir en una fobia. Este hecho es lo que le ocurre a muchas personas con el tema de los ascensores, ya que ven imposible subirse a uno de ellos sin pasar un mal rato.

 

En este artículo descubriremos en qué consiste esta fobia concretamente, cuáles son sus síntomas y causas y qué puede hacer la persona que la padece para así manejar el malestar que le provoca.

 

¿Cómo se manifiesta la fobia a los ascensores?

 

La fobia a los elevadores se manifiesta como un temor exacerbado e irracional en esos momentos. A pesar de ello, el miedo a los ascensores no se considera como una fobia únicamente, sino que está categorizado a nivel psicológico dentro de otras dos fobias comunes como son la acrofobia y la claustrofobia.

 

En el caso de la claustrofobia, se basa en un miedo irracional a los espacios o recintos que están cerrados o que cuentan con dimensiones limitadas, mientras que la acrofobia es el temor excesivo a estar alto.

 

Una vez hemos entendido estos dos conceptos será mucho más fácil entender en qué consiste el miedo a los elevadores. En los casos en los que una persona empiece a experimentar síntomas de ansiedad, se produce en el momento en el que sube al ascensor o sabe que va a subir.

 

A pesar de todo ello, cuando el temor irracional aparece al pensar que se está alcanzando una altura determinada, la base del miedo de los ascensores es la acrofobia. Dicho temor tiende a incrementarse en los ascensores que cuentan con paredes de cristal, ya que la persona experimenta una mayor sensación de encontrarse suspendida en el aire al visualizar nítidamente lo que hay a sus pies.

 

Respecto a cuáles son los síntomas, sea cual sea el origen de la fobia a los ascensores, las personas tienden a experimentar un miedo irracional percibiendo una respuesta de ansiedad intensa al exponerse ante la posibilidad de coger uno.

 

La principal consecuencia de esta fobia es que la persona tiende a llevar a cabo todo tipo de conductas y excusas para evitar pasar por dicha situación. Debido a que estos aparatos se hallan en cualquier tipo de lugar, la fobia a los ascensores puede llegar a ser muy molesta e incapacitar el día día de las personas. A pesar de ello existen ciertas pautas que pueden llevarse a cabo para tolerar esa situación.

 

La cantidad de síntomas intensidad que existen pueden variar de una persona u otra. Sin embargo, generalmente podemos distinguir entre síntomas físicos, cognitivos y conductuales.

 

Respecto a los síntomas físicos, ya que se trata de una sintomatología ansiosa, la persona experimenta una serie de alteraciones en su organismo y el origen de estos cambios viene por una hiperactividad del sistema nervioso que puede generar aumento de tasa cardíaca, aceleración de respiración, tensión muscular, falta de aire, aumento de nivel de sudoración, vértigos, nauseas o desvanecimientos.

 

En cuanto a los cognitivos, son síntomas físicos acompañados de ideas intrusivas acerca del peligro que puede haber en un ascensor. Entre los ntomas cognitivos, encontramos creencias e ideas acerca de estímulos fóbicos, especulaciones obsesivas, imágenes negativas de posibles escenarios catastróficos, miedo a perder el control e incluso sensación de irrealidad.

 

Por otra parte, los conductuales incluyen los patrones de comportamiento que aparecen en respuesta al estímulo fóbico. La misión de esas conductas es evitar la situación temida o escapar una vez la persona sabe que va a exponerse.

 

En estas conductas, la persona realiza todo tipo de comportamientos para esquivar la posibilidad de enfrentarse a ello. En cuanto a la causa de este miedo es muy abierto, ya que no existe un único factor desencadenante del trastorno. La persona siente un temor irracional a los ascensores, pero no es consciente de la razón. Sin embargo, las teorías apuntan a predisposiciones genéticas, situaciones traumáticas o inseguridad.

 

Para afrontar este miedo lo que debemos hacer es respirar pausadamente con inspiraciones profundas y lentas para disminuir el aumento de la tasa cardíaca, además de no realizar conductas de escape como forzar la puerta.

 

Asimismo, ayudará ir acompañado si fuera necesario. En caso de que sea incapacitante para la persona, se pueda recurrir a ayuda psicológica para que nos ayuden a solventar el problema y a sobrellevarlo de la mejor forma

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